Un 20 de septiembre del año 2000 nacía el Mourinho entrenador, un devorador de títulos y un imán en atraer la polémica. Aquel día el luso firmó su primer contrato como técnico de la primera plantilla de un club de nivel, el Benfica. Una década después, Mou ocupa el banquillo más caliente del mundo tras acreditar su valía en Oporto, Chelsea e Inter.
El Mourinho joven soñaba con ser futbolista, pero pronto se dio cuenta de que lo suyo era coger el mando del equipo desde el banquillo. Entrenó en las categorías inferiores del club de su ciudad, el Vitoria de Setubal, para pasar a convertirse en el aprendiz de grandes maestros del fútbol como Sir Bobby Robson y Louis Van Gaal.
Con la llegada del nuevo milenio, Mourinho decidió que era el momento de pasar página y escribir el mismo las páginas de la historia. En septiembre del año 2000, le llegó su primera oportunidad en el Benfica, un puesto en el que aguantó tan sólo tres meses por problemas con la nueva directiva. Un año después, cogió el mando del modesto Uniao Leira para vivir un auténtico cuento de hadas terminando terceros en la Liga.
Tras esta magnífica experiencia, se hizo cargo del Oporto al que llevó a lo más alto de Europa y con el que comenzó a mostrar al mundo su verdadero y particular carácter. Un Roman Abramovich, conquistado del hambre de títulos del portugués, le confió su nuevo transatlántico, un Chelsea que no ganaba la Premier desde hace medio siglo. Dicho y hecho, objetivo cumplido a las primeras de cambio.
Pero ya se sabe que la naturaleza humana siempre quiere más y el ruso le exigió la Champions, un éxito que nunca llegó. La relación se deterioró y se produjo el divorcio en septiembre de 2007. En la primavera siguiente, otro hombre embriagado de poder, Massimo Moratti, reclamó sus servicios y Mourinho cumplió con creces. Un Scudetto en su primer año y un Triplete histórico en el segundo.
El reto en mayúsculas
El trabajo ya estaba hecho y Mou decidió abandonar la nave para embarcarse en una nueva aventura, la del Real Madrid. Diez años de trabajo, de éxitos y de polémicas le han conducido hasta el Santiago Bernabéu. El propio protagonista asegura que no ha perdido la ilusión del primer día. Y es normal. El conjunto blanco sí que es el reto de su vida.
El Mourinho joven soñaba con ser futbolista, pero pronto se dio cuenta de que lo suyo era coger el mando del equipo desde el banquillo. Entrenó en las categorías inferiores del club de su ciudad, el Vitoria de Setubal, para pasar a convertirse en el aprendiz de grandes maestros del fútbol como Sir Bobby Robson y Louis Van Gaal.
Con la llegada del nuevo milenio, Mourinho decidió que era el momento de pasar página y escribir el mismo las páginas de la historia. En septiembre del año 2000, le llegó su primera oportunidad en el Benfica, un puesto en el que aguantó tan sólo tres meses por problemas con la nueva directiva. Un año después, cogió el mando del modesto Uniao Leira para vivir un auténtico cuento de hadas terminando terceros en la Liga.
Tras esta magnífica experiencia, se hizo cargo del Oporto al que llevó a lo más alto de Europa y con el que comenzó a mostrar al mundo su verdadero y particular carácter. Un Roman Abramovich, conquistado del hambre de títulos del portugués, le confió su nuevo transatlántico, un Chelsea que no ganaba la Premier desde hace medio siglo. Dicho y hecho, objetivo cumplido a las primeras de cambio.
Pero ya se sabe que la naturaleza humana siempre quiere más y el ruso le exigió la Champions, un éxito que nunca llegó. La relación se deterioró y se produjo el divorcio en septiembre de 2007. En la primavera siguiente, otro hombre embriagado de poder, Massimo Moratti, reclamó sus servicios y Mourinho cumplió con creces. Un Scudetto en su primer año y un Triplete histórico en el segundo.
El reto en mayúsculas
El trabajo ya estaba hecho y Mou decidió abandonar la nave para embarcarse en una nueva aventura, la del Real Madrid. Diez años de trabajo, de éxitos y de polémicas le han conducido hasta el Santiago Bernabéu. El propio protagonista asegura que no ha perdido la ilusión del primer día. Y es normal. El conjunto blanco sí que es el reto de su vida.
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